Ucrania, años noventa. El joven Vova, cruel y tenaz, lucha para encontrar su lugar entre los despiadados miembros del hampa de una ciudad donde reinan el crimen y la corrupción.
Los niños siempre tienen que estar felices. Es la primera frase de un film donde sus protagonistas conviven con la desgracia. Y donde has de crecer haciéndote un nombre al que no se pueda pisar, sino, serás pisado.
La violencia es la constante durante todo el film, sin prisas, sin pausa, poco a poco, con constancia pero sin acelerar entre golpe y golpe.
Un falso único plano rodado con gran dinamismo y violencia, donde se van contando historias entre lado y lado de pared, desde que el protagonista es pequeño, pasando varias tragedias familiares y el efecto se detiene cuando llega a su veintena.
Los actores interpretan a la perfección las diferentes capas de las que están hechos, llenos de rabia e ira, acumulan resentimiento y asco, no pueden evitar lo que son aunque sean conscientes del dolor que causan.
Al más puro estilo de Uno de los Nuestros, de Martin Scorsese, y la icónica serie de la Mafia, Los Soprano, nos hace sufrir durante las típicas historias de mafiosos, que ya ves venir que son de mecha corta y harán estallar por los aires lo que construyan.
Sin duda muy recomendable.