Die My Love es una de esas películas que no buscan complacer, sino incomodar. Jennifer Lawrence y Robert Pattinson entregan dos interpretaciones incómodas, viscerales y profundamente humanas en un drama que explora la depresión agraviada por el nacimiento de un bebé, desde un ángulo feroz, sucio y emocionalmente devastador.

Lawrence encarna a una mujer que se va hundiendo en una depresión y opresión que se manifiesta en impulsos irracionales, estallidos de violencia y a la vez, una fragilidad extrema. Cada vez que sostiene a su hijo recién nacido, la película se hunde en un terreno donde el espectador pierde el aliento, atrapado en un miedo inquietante y difícil de gestionar.

Para reforzar y apoyar esta locura, el trabajo de Pattinson, ofrece un contrapeso igual de perturbador: también desde la agresividad como complemento a la llamada de ella, y desde el total desconcierto, impotencia y una rabia contenida que termina explotando.

El entorno en el que transcurre la historia —en una granja tranquila, casi pastoral— funciona como contraste opresivo. Lynne Ramasay utiliza una iluminación apagada, y una paleta de colores sofocantes de las estepas soleadas, que transmiten una sensación continua de calor, agotamiento y encierro. Visualmente, la película ahoga, y está diseñada para hacerlo.

La narrativa puede sentirse como una sucesión de episodios —casi “sketches”— de la locura que devora al personaje de Lawrence. Su comportamiento errático y salvaje, así como la crudeza emocional de la pareja, crean una experiencia incómoda que no se suaviza en ningún momento. La película no quiere que empaticemos, sino que habitemos el desconcierto.

Die My Love es una obra profunda, íntima y extremadamente personal, que toca de manera directa los vínculos entre maternidad, trauma y depresión. No ofrece respuestas, y su final abierto es tan desconcertante como coherente con su propuesta: en este universo, nada está resuelto.

Me impactó muchísimo ver tan mayor, y además caracterizado para ello a Nick Nolte y a Sissy Spacek, creando un efecto más perturbador.

La casa está claro que es un personaje más de esta historia que late bajo los estragos alucinógenos de Lawrence, donde se ve desordenada, sucia y dejada bajo el mando de la madre y en perfecto orden, cuidada y pintada bajo Patterson.

No es una película para todos y no la recomendaría si antes no pusiera en alerta del contenido.

Pero para quienes se atrevan a entrar en ella, ofrece un retrato poderoso y devastador del colapso emocional.

Es un drama psicológico que toca temas tan candentes y preocupantes como la depresión, la maternidad, el delicado estado de la salud mental y el aislamiento emocional que se genera en estas situaciones.

⭐ Valoración final: 6/10