El Talento se presenta como un thriller juvenil con envoltorio de lujo, donde Ester Expósito vuelve a encarnar —y consolidar— su imagen icónica como la niña pija que domina las reglas del juego con pasmosa naturalidad. Su personaje, carismático y tiránico a partes iguales, transita desde la inocencia —vestida de blanco y zapatos planos— hasta el empoderamiento más oscuro, enfundada en negro, con botas y tacones. Esta evolución visual subraya con precisión uno de los ejes temáticos de la película: la pérdida de la inocencia como peaje de entrada al poder para demostrar su talento.

La narrativa también reflexiona sobre el desgaste del poder en una sociedad elitista, donde la manipulación es la moneda corriente y el beneficio personal se convierte en el motor de todas las decisiones. Aquí, Pedro Casablanc brilla como ese adulto que ha entendido las reglas del sistema y sabe manejarlas con maestría. Su interpretación, sobria y contundente, destaca con fuerza en contraste con un reparto juvenil que, salvo Expósito, no logra sostener ni el peso dramático ni el carisma que exige el universo de los privilegiados.

El resto del elenco joven, van de niños pijos, intentando replicar el desapego emocional de la élite, pero sin la densidad que requiere el subtexto. Y aunque la dirección de arte, la fotografía y el vestuario construyen un mundo cuqui y visualmente atractivo, el film se alarga innecesariamente para lo poco que consigue contar en esta adaptación del libro La Señorita Elsa, de Arthur Schnitzler.

El Talento es una propuesta con más estilo que sustancia, que sabe qué quiere mostrar, pero no siempre cómo profundizar en ello. Aun así, su retrato de las dinámicas del poder y la manipulación en clave pija ofrece momentos interesantes gracias a las interpretaciones de sus protagonistas principales.