Sketch: Cuidado con lo que dibujas, dirigida por Seth Worley, se inscribe dentro de un nicho poco explorado: el terror infantil. La propuesta es clara desde el primer acto: una historia de monstruos y pérdida emocional pensada para un público entre los 7 y los 12 años, sin mayores pretensiones que la de entretener y suavemente inquietar a los más jóvenes.

Uno de los grandes aciertos del film es su tono. Worley, conocido por su trabajo previo en cortometrajes y efectos visuales, imprime un ritmo accesible, con una narrativa lineal que evita complejidades innecesarias. Los diálogos son sencillos y pensados para que los más pequeños sigan sin dificultad el hilo argumental.
Además, la película se apoya en criaturas cuquis, con un diseño visual que recuerda por momentos a propuestas como Monster House (2006) o incluso Frankenweenie (2012), pero con menos ambición estética.

El reparto infantil lleva el peso de la historia, mientras los adultos, interpretados por Tony Hale y D’Arcy Carden, quedan en un segundo plano funcional. Hale, habitual en comedias como Arrested Development, aporta un toque de ternura paternal, y Carden, recordada por The Good Place, ofrece una presencia carismática aunque algo desaprovechada en cuanto a desarrollo de personaje.

Narrativamente, Sketch se atreve a tocar temas como el duelo y la necesidad de afrontar el dolor en lugar de reprimirlo. Un mensaje importante, aunque algo subrayado en exceso. Sin embargo, para un público infantil, la claridad de esa lección puede ser vista como una virtud más que un defecto.

No todo funciona igual de bien. Desde una mirada adulta, el film pierde fuerza: el lago que da origen a los sucesos resulta inverosímil y poco explicado, y algunos diálogos infantiles parecen construidos para dejar espacio a chistes poco orgánicos. Es en esos momentos donde la película revela sus costuras y sufre una pérdida de credibilidad.

Sketch: Cuidado con lo que dibujas debe entenderse y disfrutarse dentro de sus propios términos. No busca innovar el género ni atraer al cinéfilo curtido, sino ofrecer una puerta de entrada amable al terror para los más jóvenes. Vista con esos ojos, cumple su cometido.