
«Disforia» es una opera prima del cine independiente que, aunque con un presupuesto ajustado, logra cautivar al espectador con una combinación magistral de terror y drama.
La historia sigue a Esther y Tomás, un matrimonio joven que se ve obligado a huir de la devastación de su ciudad natal. Acompañados por su hija Say, intentan escapar hacia una casa de campo que recuerdan con cariño. Su plan es vender esta propiedad para financiar su viaje a Francia, pero lo que comienza como una simple operación se transforma en un desastre inesperado.
Una de las mayores fortalezas de la película es su elenco, que aporta una profundidad emocional a cada escena. Las interpretaciones de Esther y Tomás, Fariba Sheikhan y Eloy Azorín, son desgarradoras y convincentes, representando una auténtica lucha y miedo que enfrentan estos personajes.
Say, interpretada por Noah Casas, una jovencísima actriz, añade una vulnerabilidad que resalta la inocencia y el eje de sus vidas.
La narrativa de «Disforia» es fresca y original, explorando temas universales como la desesperación y la búsqueda de un nuevo comienzo o un dulce final en un mundo colapsado. La historia está bien narrada, con buenos giros y una sarta de violencia que hará que se disfrute igual que los seguidores de la cuenta de Vera.
La dirección de Christopher Cartagena demuestra un buen dominio del género de terror, logrando crear un ambiente tenso y perturbador en un entorno natural y cotidiano, que es donde reside el auténtico terror, en la cotidianidad, donde te podría pasar a ti.
«Disforia» es una película que demuestra que el cine independiente y español, además, puede ofrecer experiencias cinematográficas memorables.
Con su enfoque en las actuaciones y una historia innovadora, esta opera prima se erige como un ejemplo brillante del poder narrativo del cine. Es una obra que entretiene, te hace sufrir e invita a la reflexión sobre las condiciones humanas más sombrías y la esperanza de un futuro incierto.