Chino y Josu llevan intentando conseguir un pleno al quince desde la universidad. Esta vez han acertado los 12 primeros resultados y, junto a sus parejas, Paula y Cris, deciden seguir el final de la jornada en la casa de pueblo de Chino. A medida que la posibilidad de hacerse ricos aumenta con cada nuevo resultado, se enfrentarán a la realidad oculta de sus relaciones.

Dos amigos (“Chino” interpretado por Paco León y “Josu” por Raúl Tejón) están a un acierto de llevarse el bote del pleno al quince, una trama real cargada de codicia y consecuencias devastadoras .

El relato asienta una tensión creciente que explota estupendamente, demostrando hasta dónde puede llegar la codicia humana y cómo el deseo de riqueza lo contamina todo, incluida la amistad, el amor y la muerte.

Ese giro progresivo – de celebración a desastre sangriento – está muy bien planteado, y la recreación de ese ambiente de relax, comida, confianza inicial, frente al caos final, está muy lograda tanto en atmósfera como en lenguaje visual.

Sin embargo, se mantiene la sensación de una oportunidad perdida. Con dos galanes como León y Tejón como protagonistas, el guion no explora suficientemente el humor negro y ese edge de mala leche que podría haber redondeado la propuesta. Recortes dramático‑cómicos, ironía salpicada de cinismo… surgen a grandes pinceladas.

En cuanto a las actrices secundarias; Stéphanie Magnin, Kimberley Tell y Silvia Vacas, realizan una interpretación justita. Necesitaban mayor energía, chispa o furia; el conflicto emocional que traen consigo termina diluido por diálogos y situaciones que no las potencian, quedando en un registro bastante mediocre.

La tensión sí funciona, pero los diálogos empañan el ritmo: faltan líneas más potentes que permitieran criticar el patriarcado o retratar la crisis moral contemporánea con mayor mordacidad . Se echa en falta que brillaran más esas voces femeninas frente a las inseguridades y el miedo de sus parejas masculinas

La verdad es que la evolución narrativa, es decir, de la alegría al caos brutal, capta muy bien la degradación moral de los personajes.

Pero lo que no deja de flojear durante toda la película es el humor negro desaprovechado: faltan grisura y mala leche.

Uno, Equis, Dos es un thriller amargo con una premisa potente – y muy bien ejecutada en tonos y atmósfera – que nos dice mucho sobre cómo la codicia nos puede desenmascarar. Aun así, uno se queda con sensación de “¿y si…”?: si hubieran exprimido el humor negro, reforzado a las mujeres y agudizado los diálogos, habría sido una crítica más punzante, afilada y memorable en el terreno del cine español.

https://youtu.be/rZt0MUf7SFg?si=xc18MFzaEk4SwFLt