
Ana, recién llegada de Colombia, es empleada doméstica en una lujosa mansión en la que veranea una adinerada familia de marchantes de arte. La joven trabaja de sol a sol, sin contrato, bajo la promesa de conseguir condiciones más dignas cuando acabe el verano, siempre que sea discreta y calladita. Pero a través de Gisela, la empleada de la casa vecina, Ana descubrirá que las cosas no funcionan exactamente como le han contado a ella. También aprenderá a divertirse algo más durante su verano en la Costa Brava.
La ópera prima de Miguel Faus, Calladita, pasada en su corto, y apadrinado por Steven Soderbergh, nos sumerge en un drama crudo y realista, que, aunque no está basado en hechos reales, perfectamente podría estarlo.
La película se centra y expone la faceta más cruel y déspota de quienes contratan a inmigrantes para servidumbre, abusando de su vulnerabilidad y tratándolos como si fueran invisibles.
A nivel narrativo, la historia funciona bien gracias a su potente trasfondo social y a un final convincente y cerrado, que deja claro el mensaje sin necesidad de subrayarlo en exceso. Sin embargo, las actuaciones resultan algo mediocres, lo que resta fuerza a ciertas escenas que podrían haber sido más sólidas.
A pesar de este punto débil, Calladita sigue siendo una película necesaria, que pone el foco en una realidad incómoda que muchas veces preferimos ignorar. Su dureza no es gratuita, sino un reflejo de la impunidad con la que se siguen cometiendo estos abusos. No es un film perfecto, pero sí una historia que merece ser contada y vista.