O cómo el súper héroe más descarado y mal educado de todos los universos, vuelve a las grande pantallas.

Deadpool ha de proteger a Firefist, un joven con unas habilidades especiales, del villano Cable, que ha venido del futuro, para acabar con la vida del joven.
Las cosas se complican cuando los agentes que buscan al joven, no sólo se meten en la vida personal de Wade (el nombre real de Deadpool), sino que le quitan lo que más ama en este mundo.

Aunque tiene sus efectos de humor, me pareció un humor pasado de vueltas, forzado y bromas sin sentido, todo una cascada de chistes y chascarrillos por qué sí, porque es el personaje del cinismo, y es necesario que sea amargo y afilado en sus comentarios.

Debido a tanta “broma” y tanto chiste forzado, cuesta meterse en el film o al menos, centrarte en el dolor que pueda llegar a sentir por lo que le ocurre.

Cómo en su predecesora, es un film lleno de acción, violencia verbal y física, con persecuciones, con escenas pasada de vueltas y con los mismos súper héroes de Marvel, que el mismo Deadpool, ya trató de saldo.

Aunque pretendía ser la continuación de un film que enamoró por su frescura, inteligencia y falta de respeto por el deslenguado súper héroe, en esta ocasión han forzado tanto y realzado tanto todas estas partes, que encuentro que es un film exagerado, grotesco, y si tal vez hubieran bajado algo el listón, hubiera sido algo más capaz.

Hay que reconocer que algunas escenas post crédito, como el del guión del Green Lanter, es original, pero volvemos a lo mismo, podría haberse rodado con un desenlace diferente al que muestra.