O cómo el verdadero amor es capaz de ver situaciones y personas que de otra forma nos nubla la vista.

Jong-su se enamora perdidamente de una chica de su barrio, soñadora, sin preocupaciones, libre… y se marcha de viaje a África, pidiéndole a él que cuide de su gato. Al volver, no lo hace sola, ya que ha conocido a Ben, un niño bien, que la tiene como una más de su juego, un mero capricho para no aburrirse en su acaudalada vida sin preocupaciones. Jong-su quiere abrirle los ojo a la joven, pero no sólo no lo consigue, sino que mientras Ben le va manipulando y metiéndole a él también en su juego, ella desaparece sin dejar rastro.

Una frívola historia por un lado y muy tierna por el otro.

Una historia nada nueva, pero contada con exquisitez, con gusto, con sencillez, se toma el tiempo necesario para expresar la idea y las sensaciones del momento. Una bella fotografía con colores cálidos transmitiendo calma, paz pero desagrado en los personajes y por otro lado, colores más fuertes, brillantes, vibrantes cuando Ben está presente.

Una interpretación muy buena entre el elenco asiático, entre ellos el de Steven Yeun, interpretado a Ben.