O cómo la genialidad y la belleza pueden son destruidos por envidia y celos.

Ai es una talentosa joven realmente nacida para crear belleza, todo lo que capta su ojo, lo plasma de forma espectacular en papel, incluso mejora el original. En el internado en que estudia no soportan su genialidad, y tanto profesores como alumnas se ceban y arrinconan celosos de su obra. Hasta que la joven decide acabar con la humillación que arrastra a sus espaldas.

Al principio pinta muy bien ya que la idea tiene mucho de los condimentos indispensables en las películas asiáticas, odio, venganza y promesa de sangre, pero pierde fuelle durante el desarrollo de la película, porque nunca acaba de pasar nada realmente. Explica su miserable día a día sobreviviendo en un infierno de internado. Pero los últimos 5 minutos son una genialidad porque se descubre la verdad y al darte cuenta de lo que va realmente, te quitas el sombrero y has de levantarte para aplaudir tal genialidad.

La verdad que explica al final encubierta por una larguísima historia hace que pierda hasta interés; está claro que es la intención del autor, desarmarnos y calar hondo en la triste historia de la muchacha acosada, y realmente cuando estamos casi distraídos nos lanza la bomba, todo cambia, todo se derrumba y la verdad es tan cruel y tan diferente que al conectar las metáforas que explica con la realidad del final hace que sea una oda maravillosa.