O cómo la intuición no engaña.

Takakura recibe el caso de la desaparición de una familia entera hace 6 años e intentará contactar con la única superviviente del caso. Mientras, en la vida personal de Takakura, hay cambios, se mudan a una tranquila urbanización, donde el vecino de al lado, Nishino, es algo peculiar, no le gustan las visitas, y es muy receloso con su intimidad, tanto con la de su mujer como la de su hija. El aspecto de Nishino es turbador y no transmite seguridad alguna. Pero las cosas empeoran cuando un día al salir de su casa, Takakura se encuentra a la hija del vecino y ella aprovecha de forma rápida y furtivamente para contarle que Nishino no es su padre y que las tiene retenidas a su madre y a ella.

Está bien la primera parte, después de eso, se vuelve repetitiva y parece que no sepa dar con el final idóneo, y lo va alargando hasta intentar exprimir cada gota de la maldad de Nishino para acabar con él de una forma crucial.

La idea es buena, pero creo que le sobra historia para poder hacerle un final más memorable.
Una pena que haga que pierdas el interés a los 3/4s de película.