
Pepe es la mejor persona del mundo, hasta que descubre que tiene una enfermedad terminal y que le quedan meses de vida. Para evitarle el sufrimiento a sus seres queridos, Pepe decide convertirse en la peor persona del mundo y así alejarlos de él para que no le echen de menos cuando muera.
Mala persona, dirigida por Fernando García-Ruiz, se suma a la lista de comedias españolas que buscan conectar con un público ya convencido, sin arriesgar demasiado en su propuesta. Con Arturo Valls al frente del reparto, acompañado por Malena Alterio, Julián Villagrán y José Corbacho, la película intenta construir una sátira sobre la transformación de un hombre corriente en alguien sin escrúpulos, pero se apoya demasiado en su premisa sin aportar frescura ni giros sorprendentes.
El problema principal es que la película confía demasiado en Arturo Valls, y aunque el actor domina el tempo cómico, las situaciones a las que se enfrenta no resultan lo suficientemente convincentes.
La trama sigue la evolución de Pepe, quien, guiado por su abogado, se convierte en una versión descafeinada de Torrente, insultando a inmigrantes, simulando una aventura con una mujer latina, conduciendo de manera temeraria y soltando comentarios machistas en su intento de «endurecerse».
A pesar de contar con un elenco sólido que sabe desenvolverse en la comedia, el guion no logra explotar su talento, y el resultado es una sucesión de escenas que rara vez consiguen hacer reír. Hay algunos momentos cómicos efectivos, pero son demasiado escasos para una película que depende enteramente del humor. Esto se hace aún más evidente en el clímax, que debería ser el punto álgido de la historia, pero termina sintiéndose desangelado y sin impacto real.
A nivel técnico, Mala persona cumple sin sobresaltos: montaje, sonido y fotografía funcionales, e incluso hay algunas escenas con una puesta en escena interesante.
Pero no es suficiente para salvar una película que se siente previsible y poco arriesgada, quedándose en una sátira que aunque podría haber dado mucho más de sí, cumple sobradamente con su función de entretener.