Nitram vive con sus padres en los suburbios de Australia a mediados de los noventa. Vive una vida de aislamiento y frustración por no encajar nunca. A medida que crece su ira, comienza un lento descenso hacia una pesadilla que culmina en los actos más atroces.

Un film que poco a poco, te va calando, se va desgranando y como un coche diesel, sin prisas pero sin pausas, cuando la violencia simplemente surge de por varios motivos, con un final que te deja muy mal cuerpo.

Un film de tintes indies, modesto, pero lleno de fuerza, con un mensaje muy claro, que aunque está pasando sin pena ni gloria en Sitges Film Festival 2021, merece mucho la pena: