Lili y Mateo son madre e hijo y viven juntos . Su relación es de una profunda dependencia tóxica. Viven acomodados en su asfixiante realidad, es su propio microcosmos, hasta que a uno de ellos le diagnostican una enfermedad mortal. La mera idea de la separación provoca la aparición de su lado más tóxico y oscuro.
Eduardo Casanova se confirma con su segundo largometraje, como uno de los directores más singulares del panorama español con esta peculiar aproximación al vínculo maternofilial.
Y peculiar es bastante suave, porque es brutal cómo utiliza el hilo narrativo y vemos la toxicidad, manipulación y enfermedad que siente esta extraña y asfixiante pareja madre-hijo.
Y paradójicamente, la madre, Lili, es una abreviación de Libertad!.
Devoción, odio, dependencia pura, sentimientos contradictorios y mucho más es lo que una experimentada Ángela Molina nos muestra como madre controladora y espectacular el papel de hijo, interpretado por Manel Llunell, lo bien que percibe el espectador el dolor que sufre el hijo por querer desengancharse de su madre y estar en la línea de cortar ese invisible cordón que aún une a madre e hijo.
Las tramas secundarias, pues aunque tienen sentido por sí solas, poco complementan la historia principal, pero es un añadido a esta mente enferma que ha creado este film que te deja sin respiración pensando que hay este tipo de relaciones reales.
Todo contrasta entre el rosa y la asfixia de los espacios, entre los grises y los pequeños habitáculos en los que alguna de las historias se desarrollan.
Muy buena elección por parte del Festival escoger un film tan polémico, cruel y tóxico:
https://youtu.be/c3f0VtjDTuI