Kong: the Skull Island, de Jordan Vogt-Roberts



O cómo se le puede dar un maravilloso vuelco a todo un icono y clásico del cine.

Estados Unidos acaba de abandonar la guerra contra Vietnam y un pequeño escuadrón es enviado a escoltar a una singular expedición compuesto por un grupo de científicos, una fotógrafa y un experimentado explorador. La excusa del viaje: descubrir qué es lo que pasa en esta isla donde desaparecen barcos sin dejar rastro. La verdad: descubrir el origen de extrañas civilizaciones anteriores a la que conocemos.

Evidentemente se trata de una nueva vuelta de tuerca al personaje de King Kong, pero sumando una nueva perspectiva, ya que aparecen escenas al más puro estilo Platoon, con unacoreografía animal y natural que se puede encontrar en Viaje al Centro de la Tierra y una ambientación en toda regla de Jurassic Park. Una vuelta de tuerca, bien pensada, una nueva idea, fresca, basada en otra época, con otras tecnologías, dándole así un nuevo aire al tema que tantas veces han repetido sin mucho éxito.

Fotogramas impresionantes, que aunque sean imágenes  de destrucción, son de una belleza paisajista increíble. Páramos y montañas de ensueño, rodeados de naturaleza salvática de otro mundo.

Contra luces y juegos de sombras que nos dejaron anonadados, por su increíble forma de llevarlo en escena, en el momento preciso y en el momento adecuado.

King Kong, el monstruoso animal, está, sin duda alguna, bestialmente conseguido , tanto la embergadura del animal, los gestos al andar y atacar, y lo más impresionante es cómo han llegado a conseguir tal expresividad gestual en el rostro del animal. Las emociones humanas más básicas como la ira, frustración o amor están tremendamente conseguidos y no sólo las transmite, sino que se llega a empatizar con el animal.

Pero si algo he de criticar, son  las actuaciones de los protagonistas, ya que no me parecieron nada del otro mundo. Y aún apareciendo como uno de los principales papeles Tom Hiddleston,  me pareció soso, falto de entusiasmo, con poco carácter. Y Brie Larson, como la fotógrafa que documenta el viaje, me pareció también un personaje, con poco carisma.

Pero, en el caso de Samuel L.Jackson, como el gran profesional que es, se ha de decir todo lo contrario, dando vida en esta ocasión,  a un tirano que cree hacer lo correcto.

Está claro que habrá una segunda parte, tal como se puede intuir por la explicación final que dan los científicos, por lo que recomendamos que os quedéis hasta el final, mientras sales las letras, ya que podréis ver imágenes míticas y, sólo los de cierta edad y apasionados del género, podrán ver un detalle muy especial.

Es sin duda, una película para verla en las salas comericales, disfrutarla y maravillarse con sus paisajes y escenas míticas desde otra visión.

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