O como pasar un verdadero rato de angustia, claustorfobia y mal rollo con tan sencillos medios.
Es verano, nos situamos en España, donde un grupo de jóvenes pasan sus vacaciones mochileros acampados de ilegales en Formentera, drogas, sexo y alcohol son las primicias de los primeros días en la isla. Un día deciden explorar un poco más allá de su campamento, andan, merodean y llegan a un acantilado junto a la playa donde una enorme cueva les seduce a entrar. Evidentemente la juventud les empuja a ello y aquí llega su perdición puesto que se internan y andan y andan dentro de la cueva, sin agua ni comida, sin pilas para las linternas y sobre todo sin experiencia en estos entornos, por lo que sucede lo inevitable y se pierden en este estrecho laberinto de piedra, asfixiante, húmedo, retorcido y la muerte bajo piedras.
Me pareció increíble lo fácil que te metes en esta historia, gravado como falso documental, una vez más, con una Canon EOS 5 Marc II, es alucinante lo bien que llega al espectador, como transmite y contagia todas las sensaciones que se van escenificando durante las diferentes y violentas fases de la película. Muchas de estas sensaciones y angustia nos la ayudan a crear bajo la visión de la cámara con la visión nocturna y las respiraciones de los protagonistas. Además la narración de la historia transcurre a través de la numeración de los días que pasan y vas viendo la degradación y el carácter de cada uno ante situaciones extremas.
Los actores me parecieron una maravilla, su naturalidad, su violencia, cómo cada personaje se desmarca y afina en su papel, lo bien que transmiten la angustia, la asfixiante supervivencia bajo tierra, sin salida, sin comida y con el dilema (o falta de él) de la supervivencia a toda costa, muera quien muera.
Creo que es una película sin pretensiones, que quiere explicar una historia y lo consigue, de una manera directa, sin rodeos, sin tapujos, brutalmente real y sin trucos paranormales, que aterra, que engancha, que te involucra y te deja en la inquietante situación y dilema moral de si deberías comerte a las personas que conoces para tu propia supervivencia.
Sin duda, es un film altamente visionable, casi obligado a verlo, en el que la claustrofobia y la angustia te inquietan y te hacen estar incómodo de una manera persistente y continua.