
Una experimentada bailarina debe planificar su futuro cuando su espectáculo cierra abruptamente tras una carrera de 30 años. Como bailarina de cincuenta años, se debate por saber qué hacer a continuación. Como madre, se esfuerza por reparar una tensa relación con su hija, que a menudo pasaba a un segundo plano en su vida
Gia Coppola nos deja muy mal cuerpo por la gran historia llena de su capas que nos narra en esta demoledora historia, en el que seguramente se encuentren muchas personas, y es la vida en sí que nos aparta para dejar pasar a las nuevas generaciones.
Las actuaciones de Pamela Anderson como principal y las secundarias como Jamie Lee Curtis y Brenda Song son impresionantes, en serio, te dejan ko.
Pamela Anderson escenifica a una madre que sacrificó todo, absolutamente todo, por su carrera, porque estaba enganchada a la adrenalina que le producía ser enfocada como estrella principal en un espectáculo de Las Vegas, aunque con el tiempo fuera relegada a otra posición. Su actuación como soñadora, luchadora y positiva, te hacen ver más allá de una actuación, te hacen ver a la Pamela que una vez fue.
De su vida también se cayeron la hija que tuvo y no supo cuidar, porque por encima de todo, estaba su sueño, y eso significaba ceder a su hija a otra familia.
Los papeles secundarios aportan una fuerza brutal a esta demoledora verdad que nos tapamos con el día a día.
Jamie Lee Curtís nos ofrece una visión de la decadencia impresionante, sin palabras, sin diálogos, solo con un baile, un baile que tiene que hacer, de día, y sin que haya público para verle. Pasa a ser totalmente invisible. Peor aún, a ser sustituida constantemente.
Y Dave Bautista, con melena!!, está increíble como responsable del club y ex pareja de Pamela.
También a Brenda Song, Kiernan Shipka y Billie Lourd como las compañeras vedette de Anderson, complementan una nueva visión de este trabajo, para unas oficio y para otras solo un medio de sacarse dinero.
Un film en el un te hace ver hacia dónde vamos, queramos o no, y Jamie Lee Curtís nos con esa incomodidad que solo las verdades tienen.