O un verdadero regalo para la vista, el oído y el alma

Cheyenne (Sean Penn) es una vieja estrella del rock, retirado, hastiado y aburrido de la vida, reside con su mujer Jean (Frances Mcdormand) en una mansión, ella, al contrario que él, es activa y aprovecha cada gota que la vida le ofrece.

Cheyenne recibe la noticia de la inminente muerte de su padre, por supuesto va a a su encuentro pero a su particular manera, demorándose tanto en el viaje que al llegar su padre no puede agua tanto y fallece. Cheyenne decide hacer algo por él, por los dos, iniciar la búsqueda del hombre que humilló a su padre mientras estaba encerrado en un campo de concentración.

A partir de aquí se embarca en la aventura de su vida, con diferentes personajes que le acompañarán o intervendrán en la búsqueda y crearán situaciones divertidas, cómicas y conmovedoras.

La verdad es que el papel que Sean Penn interpreta es tan diferente de lo que hasta ahora nos ha acostumbrado que impacta verlo en un personaje tan introvertido, mostrando una sinceridad brutal propia de un niño, con la inocencia y la sonrisa, la voluntad y las intenciones de la gente sin maldad absorbiendo las cosas tal cual, sin cuestionar, juzgar o interpretar a los de su alrededor.

Visualmente la película es bellísima, con planos que muestran parajes impresionantes, colores saturados que acompañan permanentemente la narración de la película, colores vivos, llenos de vida que contrastan con el aspecto oscuro, pálido y gótico que viste Cheyenne.

Y la banda sonora? La banda sonora te envuelve el alma hasta desnudarte de tus sentimientos que te ahogan para rendirse a la belleza. Es demoledora, suave, penetrante, suave y feroz a la vez, con voces de seda que te transportan a la tranquilidad y a la calma.

A destacar la bonita escena de la actuación de David Byrne, interpretado por él mismo, en un club y esta escena podría tratarse tranquilamente de un videoclip, por la interpretación íntegra de la canción y, una vez más, por la belleza del entorno, los colores y el ambiente.

Para mi hay una preciosa metáfora, que es la que él siempre va arrastrando un carrito o una maleta, depende de la situación, como si fuera su vida que simplemente la arrastra, la lleva a cuestas, cuando al final decide y ya no arrastra nada.

Sin duda alguna, es una preciosa oda a la vida, a aprovecharla, a vivirla, a ser feliz disfrutando del entorno.