London Boulevard, de William Monahan



Un buen cartel, Colin Farrel, Keira Knightley, Ben Chaplin entre otros, una buena historia, acciones vibrantes y destinos que han de cumplirse.

Mitchel (Colin Farrel) sale de la cárcel tras cumplir una pena de 3 años por una agresión, quiere encarrilaran vida, quiere rehacer y dejar atrás la mala vida, las malas costumbres y las malas compañías. Pero por culpa de su amigo Billy (Ben Chaplin) se meten en una espiral de mierda, que combina con una doble vida, la de guardaespaldas durante el día de una famosa actriz y modelo muy de moda, Charlotte, (Keira Knightley). Inevitablemente los dos mundos acaban mezclándose, acaban fundiéndose y acaban.

Empecé a verla con la actitud de película palomitera y al final acabó gustándome mucho y atrapándome hasta el final. Por cierto, y sin venir a cuento, qué bien le quedan los trajes de vestir a Colin.

Ciertas escenas te recuerden a momentos mafiosos de los Soprano, poder, dinero, corrupción, pero en el ambiente londinense y sus extrañas contradicciones inglesas, sus descaradas (in)correcciones en según que ocasiones.

Una vez más, se refleja el acoso de la prensa a los famosos, de cómo les modifica la vida, de cómo no pueden ir ni a comprar una simple crema que son reconocidos y acosados.

La película muestra, que nos gusté o no, es casi inevitable que tu pasado te siga, lo llevas pegado a la piel, y más si convives en cierta sociedad y tienes unas amistades, digamos, poco claras. Este pasado, se convierte en presente, y aunque no quieras, en un futuro mucho peor.

Me gusta el ritmo de la película, cómo mezcla su intento de vida honrado como guardaespaldas durante el día, y cómo su otra vida, la que intenta esquivar de forma inútil, le atrapa, le mezcla en una espiral de violencia, sentimientos y dinero sucio.

Me rechina un poco la extraña actitud de la protagonista, aunque se pueda entender por la agresión que cuentan que sufrió, no me acaba de gustar su falta de actitud, sus divagaciones, su estado herrante, neurótico e ido.

Entretenida, violenta y para mi, con un injusto final pero coherente, no sin darte mucha rabia y te entran las ganas de patearle la puta cabeza a cierta escoria que aparece, que refleja una realidad intocable cada vez más presente en nuestra vida, en nuestra realidad.

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