O cómo un viejo y malhumorado puede llegar a ser tan amado.

Ove es un jubilado gruñón, que no deja pasar ni una en la comunidad de vecinos donde reside. Viudo y de estrictas normas, su rutina se verá truncada con la llegada de sus nuevos vecinos, una joven pareja con dos pequeñas y un un futuro retoño.

Una tierna historia desgranada poco a poco con flashbacks que hacen que te encariñes cada vez más de Ove, te das cuenta el dolor con el que ha de lidiar bajo esa apariencia tan esquiva.

Una fotografía muy bonita, con colores vivos e intensos que ayudan a profundizar en las historias, ayudando con el dramatismo del momento.

Personajes muy marcados, un entorno pequeño, una historia que une al vecindario y a la vez que cuenta la agridulce historia de la vida de Ove.

Sin duda alguna, una película de las que te dejan marcado y con una sonrisa en la cara, que verla te provoca sentimientos encontrados y muchísima paz. (Sin duda, hay que tener Kleenex a mano)