Kid, un joven que a duras penas se gana la vida en un club de lucha clandestino donde, noche tras noche, con una máscara de gorila, es golpeado sangrientamente por luchadores más populares a cambio de dinero. Pero este no es más que un sucio trabajo para llegar a descubrir la manera de infiltrarse en el enclave de la siniestra élite de la ciudad. A medida que más se infiltra y se recibe más confianza en la escala de la mafia, el trauma de su infancia se desborda, y sus manos misteriosamente llenas de cicatrices, desatarán una explosiva campaña de represalias y venganza para ajustar cuentas con los hombres que le arrasaron con su familia.

⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️

Espectacular, abrasiva, explosiva, baño de sangre y violencia, un sin aliento tras otro, adrenalínica, sin censura y golpe a golpe, vives todo la película.

Monkey man

Parece increíble que se trate del mismo Dev Patel, como lo conocimos interpretando al personaje principal, Gawain, en Green Knight de David Lowery, sino que además, interpretando este convulso film, que además también lo dirige, y de qué modo!!!

Una fotografía espectacular, y no solo por las fuertes luces y colores que podemos esperar de la India, que eso sería fácil, sino por el juego que hace con la cámara. Muchas escenas de cámara en mano y mucho movimiento, acelerando la sensación de acción continuo para el espectador. Muchas veces, el enfoque como primera persona, hace que toda la acción recaiga en el personaje, por lo que sientes cada una de las ostias que se dan, que son muchas. Además, por si fuera poco tooodo este trabajo de cámara, muchas veces el movimiento acompaña a la cámara, es decir, si hay una caída, explosión o desplazamiento brusco, la cámara, no el enfoque, acompaña y se mueve conforme estos movimientos, reforzando más aún la sensación de movimiento, fijo que alguna vez, los cámaras han tragado polvo o sangre falsa, porque imposible quedar indemne con este tipo de rodaje.

Me fascina, igual que en The Raid, las peleas en espacios reducidos o cargados de mobiliario peligroso, como las escenas de lucha en las cocinas, en el ascensor o un pasillo, cargadas de mucha adrenalina, acción y una orgía de huesos rotos; que respecto a esto, y es que no solo hay ostias como panes, lo que hay son escenas que cuando suceden te duelen hasta a ti, son tan reales las dinámicas de lucha, los bailes de puñales y puños, que los efectos de cámara y sonido, hacen un trabajo brutal, y el golpe se lo lleva en más de una ocasión el espectador cuando recibe ese impacto Pavel.

Los efectos de audio, al igual que los de cámara, son espectaculares, efectivos y con una gran fuerza explosiva, hacen que realmente oigas cómo se te clavan esas astillas en las peleas y oigas los vidreos rotos mientras se pisan, con una nitidez brutal.

Es cierto que Monkey Man no es una historia ni nueva, ni original: una historia de venganza por una familia y un pueblo arrasados por la avaricia y el poder, donde los malos son malísimos e insaciables en lo que desean. Pero como siempre, el buen trabajo no está en la historia en sí, sino cómo la cuentas y cómo eres capaz que la sienta al espectador .

Y la verdad es que hace un trabajo espectacular, donde combina muy bien las historias del pasado y el presente, jugando con la duda sobre si la mitología infantil es cierta en el presente de un adulto lastimado desde la infancia.

Las actuaciones están bien logradas, pero claro, contamos con pesos pesados de la pantalla como, no solo él como protagonista, sino que tenemos a la chica guapa, Sobhita Dhulipala, y a los malos malísimos como Sikandar Kher y Makrand Deshpande.

La verdad es que es muy bestia, no te esperas lo que vas a ver, crees que entras para ver una historia del resurgir de un pobre chico maltratado por la vida hasta recuperar sus poderes ancestrales, y acabas viendo un John Wick, más pasado de vueltas y con escenas más explicitas que la propia saga americana.

Está lleno de momentazos, persecuciones, bailes de sangre, personajes al más puro estilo de Moscas, tanto suministradores de todo, como el Cloaca, como corruptos y viciosos dirigentes de un país, donde todos son cómplices de sus adicciones y deseos carnales.

Acompañando a toda esta orgía sanguinaria, hay que sumarle la banda sonora de Jed Kurzel (Son of a Gun, Macbeth), rugiendo mientras el clamor de la gente aboga por la muerte the Monkey Man sobre el ring, o cómo se dilata el romper de cristales, la sangre desplazándose por la carne o el estallido de un mueble a través de canciones conocidas como Roxane de Sting.

Image

Y algo que me ha sorprendido en una película de esta etnia, es la defensa de un colectivo minoritario, ya de por sí señalado y marginado, en culturas donde la convivencia de varias religiones prohibitivas hacia una orientación sexual determinada o una forma de ser contraria a sus estándares, aquí no solo tienen protagonismo, si no que los integra de una forma activa y bien posicionada.

Sin duda alguna, es una película de la que saldrás con un subidón muy bestia y con las pulsaciones a mil por hora, donde no dejarás de comentar escenas y detalles.

Ojalá una saga, secuela o lo que él quiera, con esta calidad y celeridad que te deja sin aliento y clavado a la pantalla: