
Albert y Bruno son compradores compulsivos, están en números rojos y endeudados. Conocen a un grupo de jóvenes activistas medioambientales y, más atraídos por la cerveza y las patatas fritas gratis que por sus argumentos, se integrarán poco a poco en el movimiento sin convicción… para intentar aprovecharse.
La comedia francesa Un año difícil nos presenta a dos caraduras y timadores que, en busca de una salida fácil, se aprovechan de la buena voluntad de un grupo de jóvenes activistas. A través de esta premisa, la película hace una crítica mordaz al consumismo descontrolado y a la crisis generada por los excesos financieros, donde los bancos otorgaron créditos personales a diestro y siniestro sin medir las consecuencias.
El tono es ligero, con un humor que mantiene el ritmo y hace que la historia sea entretenida y disfrutable, aunque sin demasiada profundidad. No es una película que vaya a dejar una gran huella, pero sí funciona para pasar un buen rato, mezclando comedia y crítica social con acierto.
Un año difícil es una sátira amable que no revoluciona el género, pero cumple su cometido. Una opción recomendable si buscas algo divertido y con un trasfondo de actualidad, pero sin grandes pretensiones, entre la picaresca y la crítica social.