Muerte en tres texturas, de Cristian Schleu, una novela de alta cocina con fogones cortos.

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Philippe Bouvier, chef del prestigioso restaurante londinenseWhite Spoon, trabaja con su inseparable ayudante japonés, Tsu, en la elaboración del menú degustación de la temporada de invierno. La segunda estrella Michelin está en juego.
Tras dos años sin verse, Philippe recibe la visita de su cuñado, el capitán de Scotland Yard Hadrien Gibbs, acompañado de la sargento Harrington. Durante las últimas semanas, han aparecido en Londres una serie de cadáveres con una peculiaridad muy gastronómica: las víctimas, sentadas a la mesa, tienen el abdomen abierto y sin vísceras, dejando al descubierto un agujero en cuyo interior se encuentra el bolo alimenticio perfectamente presentado y emplatado.
La policía, desorientada y sin ninguna pista esperanzadora, decide acudir a los dos cocineros con el objetivo de que su visión gastronómica pueda iluminar algún detalle que les haya pasado inadvertido. Philippe ignora que, por su desinteresada colaboración, puede estar a punto de pagar un precio mucho más alto que una simple estrella…es una lectura ágil y entretenida, donde la alta cocina se mezcla con el misterio y la intriga. La trama se desarrolla a buen ritmo, amenizada por las detalladas descripciones de los platos que el autor nos presenta, casi como si pudiéramos olerlos y degustarlos junto a los personajes.

Los personajes están bien perfilados y definidos, con un carácter y estilo propio. El protagonista, Philippe Bouvier, chef de un prestigioso restaurante londinense, se ve envuelto en una investigación policial que lo lleva a cuestionarse su propia vida y decisiones.

Lo que al principio se masca como un alto estrés para los personajes y para el lector, debido a las características tan peculiares y salvajes de los asesinatos y la preparación y el trabajo de  los cocineros de la alta cocina, poco a poco se va deshinchando con el tira y afloja entre el asesino, los platos y la investigación.

Cierto es que las descripciones en los emplastados, tanto en las descripciones de la comida, así como de los lugares, los platos y condimentos, está también logrado y acertado que acerca al lector, casi a tocar esos platos.

El final, aunque inesperado, resulta un tanto forzado y rompe la lógica interna de la novela. Se siente como si el autor hubiera querido cerrar la historia, sin darle al lector la satisfacción de un desenlace algo más novelesco y acorde a lo que ha ido sucediendo.

Pero sin duda, es una novela entretenida que atrapa con su ritmo trepidante y sus descripciones culinarias, haciéndote oler y salivar con las descripciones alimentarias. Sin embargo, la inconsistencia del personaje principal y el final apresurado le restan puntos a la experiencia general.