Un matrimonio francés se instala en el campo gallego para dedicarse al cultivo ecológico. Es un plan de vida aparentemente idílico e inofensivo, pero su oposición a la creación de un parque eólico les confrontará a los vecinos del lugar, en una disputa que se irá cargando de violencia.

Impresionante, vibrante, cruel, una interpretación magistral, una fuerza imparable, unos escenarios duros y fríos como solo los entornos gallegos pueden ser.

La interpretación de Diego Anido, como Lorenzo el hermano menor es de un realismo increíble pero es que la interpretación de Luis Zahera, como Xan es magnifica, se come la pantalla, le falta espacio en la pantalla por la interpretación ruda y cruel que se le pega a fuego en la piel.

Y por supuesto, la pareja francesa Marina Foïs, como Olga y Denis Ménochet como Antoine, la paciencia que registran, la voluntad inquebrantable que desprenden, así como su amor por lo que hacen, los convierten en dos focos del film.

El progreso contra el sedentarismo e intolerancia de los pueblos, el miedo al cambio, la tradición por encima de la evolución, como en muchos sitios pasa, pero aquí pasó en la realidad, ya que está basado en unos crueles hechos reales.

Escenas donde se palpa tanto la tensión, que te das cuenta que no solo no se oye ni una mosca en la sala, sino que todos estamos conteniendo la respiración por lo que está ocurriendo o viéndolas venir por lo que derivará.

Monólogos que merecen premios, diálogos tan potentes que harían callar a politicos o silencios que pesan más que cualquier nevada gallega.

El film está claramente dividido en dos partes, siendo la primera parte, la exposición de la trama, de los personajes y el escenario gallego. Donde se desarrolla la principal acción, donde los sucesos no se pueden revertir. La segunda parte, más pausada pero más contundente, más dura, más fría, se respira voluntad, cabezonería y esperanza.

Un film que has de ver porque no querrás ser el único que no vea esta maravilla visual, interpretativa y descomunales actores: