He de confesar que me daba una tremenda pereza ver una película protagonizada por Banderas, pero la verdad es que la trama a medida que va sucediendo sólo quieres saber más obviando quién es uno de los principales protagonistas.

Un cirujano que toma la justicia por su mano (irónico no?), padre y esposo desposeído de familia, herido e irado, que de una venganza esculpe una obra de arte, modelando un cuerpo humano, transformando sus esencias naturales, con un frío corazón congelado por el odio que hace de la venganza una autentica arma de transformación que nos deja al público con la boca abierta cuando desvela el secreto, la ironía, la crudeza de la verdad, de quién es esa menuda chica de piel artificial y reclutados cuidados secretos.

Basado en la novela del escritor francés Thiery Jonquet, Tarántula, Almodóvar reescribió varias versiones de esta historia y finalmente nos ofrece una sobre cogedora adaptación de venganza.

Personajes salidos del retorcido corazon y de la brillante mente de Almodóvar, hija (Blanca Suárez), padre (Antonio Banderas), ama de llaves y algo más que eso (Marisa Paredes), chica atrapada (Elena Anaya) y la aparición inesperada del hijo del ama de llaves (Roberto Álamo) son personajes con pasados desgraciados, infelices, tristes, destructivos y en algunos casos violentos, muy violentos. Con emociones reprimidas, con presentes fingidos, llevaderos en sus almas de secretos pesados, puesto que la verdad es demasiado terrible en cada una de sus verdades, de sus historias secretas y pasadas, por lo que sus almas rotas reflejan caracteres duros, fríos, imperativos.